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martes, 9 de junio de 2015

Túpac Katari y Bartolina Sisa

Julian Apasa “Tupaq Katari”
“A mí solo me matarán, pero, ¡¡¡volveré y seré millones!!!”
W. Jony Rodríguez Arizaca / losandes.com.pe
Hasta ahora, ni la mejor y más nutrida documentación [1] respecto a éste mártir de la historia Aymara, ha podido demostrar el lugar de su nacimiento.

A mí solo me matarán, pero, ¡¡¡volveré y seré millones!!!
Fue el 13 de marzo de 1781, que por primera vez en la historia colonial llega a oídos receptivos de los españoles, el nombre de “Tupaq Katari”; a raíz de una interceptación de las cartas de proclama, descubierta por parte del cura de Viacha; pues, hasta entonces, sólo se señalaba a Túpac Amaru II, como el único autor del levantamiento armado.
En adelante, sus detractores españoles; contemporáneos a él ­­­­­­­­­­­–tales como el brigadier Sebastián de Segurola y el sacerdote Matías Borda[2]– siguiendo la tendencia sistémica de los historiadores y comentaristas españoles de las sublevaciones indígenas de 1780-1781, presentarían a Julián Apasa, como a un indio ignorante, bruto, infame, vicioso, sombrío, ridículo, de familia incierta, en embriaguez constante, mujeriego, analfabeto y por último, un hombre feroz, sanguinario y un advenedizo que se puso el nombre de “Tupaq Katari”.
Pero ¿quién fue realmente este hombre que dijo: volveré y seré millones? ¿Dónde fue su nacimiento?, ¿Por qué inició su lucha en el sur puneño? y ¿Cuál fue realmente su origen y ascendencia? son algunas de las preguntas que quisiéramos abordar en el presente artículo.
Además, ¿Cómo creer que un inmoral podría tener la facilidad de ponerse a la cabeza de la indiada?, ¿Quién creería que un borracho pueda dirigir una guerra de tamaña magnitud como para su época? y ¿Un analfabeto podría haber firmado como virrey Tupaq Katari en sus manifiestos y pronunciamientos político-militares?
Sinceramente que, eso no es posible desde la perspectiva y la idiosincrasia indígena aymara. Allí, los líderes son elegidos desde la base. Ahora de que hayan juzgado y sentenciado con tales calificativos y ridiculizaciones, es natural, pues, no hubo odio colonial más grande que el vertido en estas tierras contra este hombre, con tal de acallar su feroz conducta guerrera.
Se llama Julián Apasa Nina, éste mártir de la historia aymara. Un individuo humano dotado de una sabiduría tenaz, capaz y sagaz para dirigir la guerra comunitaria de ayllus para la época.
De él y su causa india, se han ocupado muchos, sólo basta mencionar los nombres de Daniel Valcárcel, Luis Durand Florez, Boleslao Lewin, Jorge Cornejo Boruoncle, Lillian Estele Fisher, Oscar Acevedo, Alipio Valencia, Oscar Cornblit, María Eugenia del Valle de Siles, Augusto Guzmán, Roberto Quila Luna, Marcelo Grondín, Felipe Quispe Huanca, ScarlettO’phelan Godoy, Ramiro Reynaga, Sinclair Thomson y tantos otros. De ellos, unos se inclinan en afirmar que nació en el actual Cantón de AyoAyo (Bolivia), otros, tan solamente hablan a partir de su infancia; y, otro puñado de historiadores sostienen que era originario de Chucuito (Perú) como veremos más adelante.
Pero ante todo, pueda que estas afirmaciones, suenen un tanto etnocentristas y ponga de pelos a más de un lector tanto peruano como boliviano. En fin; son afirmaciones que se amparan rigurosamente en la documentación pertinente, y las fuentes bibliográficas que manejamos.
Por lo demás, suficiente ha sido el pleito generado por corrientes chauvinistas en afán de apoderarse de cuanto patrimonio altiplánico existente tal como sucedió con la diablada, la morenada y el charango. Más bien, este artículo, obedece únicamente un fin ilustrativo ya que mucha gente, sobre todo la niñez y los escolares viven ajenos a la historia india.
Por lo tanto, es menester aquí, conocer algo de la vida del gran “Tupaq Katari”, prócer de la gran Patria Collavina que desde luego, constituye un deber para todo indígena.
Entrando al tema, sus más próximos biógrafos, entre ellos el boliviano Ramiro Reynaga (1989: 124) afirma que nació en la población de JayuJayu del territorio de Chucuito. Parecidamente Boleslao Lewin (1963), sostiene que era originario de este lugar, vale decir de Chucuito. Y, Felipe Quispe Huanca[3], también boliviano, añade que era hijo de Nicolás Apaza y Marcela Nina, ambos naturales de Chucuito y que murieron ellos cuando Julián Apaza tenía alrededor de 7 años. Asimismo, no faltaría un peruano, el malogrado historiador puneño, Alfonso Torres Luna, quien también afirma que Julián Apaza era natural de Zepita (Puno)[4].
Entonces, ¿Será que estos historiadores hayan manejado otras fuentes no conocidas por nosotros?, ¿Acaso el puneño Alfonso Torres Luna tuvo acceso a otras fuentes para su época, como archivero que era?, ¿habrá algún otro historiador que clarifique esta biografía oscura de este caudillo y verdadero estratega del ejército indígena con presencia en Puno?
Seguramente que sí. A nosotros simplemente, esa búsqueda de alcanzar respuestas, ha hecho que topemos con variada información bibliográfica y con unos archivos valiosos para el caso, hallados en el archivo de La Paz, Bolivia, cuyo resumen comparto en las siguientes líneas.
Se trata de documentos fotocopias sacados del Archivo General de Indias-Sevilla, donados por la señora María Eugenia del Valle de Siles en 1991, en ella obra el legajo personal de este rebelde, los testimonios de sus confesiones y sentencia que se pronunció contra él [5], y, por ella sabemos que efectivamente, Julián Apasa fue indio forastero registrado en la jurisdicción del Cantón JayuJayu de la hoy provincia de SicaSica (La Paz, Bolivia).

De su nacimiento, nada podemos corroborar con exactitud por carecer de documentos que prueben el lugar de su nacimiento. Solo se sabe que su padre y parientes tuvieron familias bilaterales en JayuJayu (Chucuito) y JayuJayu (SicaSica) ubicado en la vera del camino a Potosí.
Los testimonios sobre su vida, indican que el niño Julián no pudo ni conocer bien a sus padres, pues, estos habían sido exterminados en las minas de Potosí. Seguramente que vino al mundo en la época en que sus padres y abuelos sufrían abusos extremos, y ello sería más o menos hacia 1750, según cálculos de 1781, en que se le daba 30 años de edad a este rebelde.
Sintetizando, el archivo consultado, se podría opinar tres puntos:
1).- que Julián no nació en JayuJayu (Bolivia) o simplemente no quiso declarar su lugar de nacimiento. Y si fue lo contrario, ¿por qué, no se halló registro de nacimiento en la jurisdicción cuando toda vez, su padre e incluso él mismo estaba relacionado con la iglesia y con el cura?, ¿en dónde fue puesto el nombre cristiano de Julián? ¿Cómo sin estos datos pudo contraer matrimonio con la mestiza Bartolina Sisa?
2).- que Julián fue de un lugar incierto tal como los documentos de la época lo atribuyen: indio forastero. En otras palabras no era originario de ese lugar AyoAyo de la provincia paceña de Bolivia, pues el mismo término forastero lo dice. Los rumores de que haya sido tributario del ayllu Sullkawi, es porque se halló algún indicio pero que nunca tributó, razón por ello que su esposa, doña Bartolina Sisa fue a la prisión por cinco veces consecutivas [6].
3).- El levantamiento de Katari no fue ninguna improvisación. Según declaración de Bartolina Sisa, su esposa, el laborioso trabajo clandestino de concientización, preparación y organización político-militar, le llevó diez años [7]. Por lo mismo que, durante la guerra tomó varios nombres como Nina Katari[8].
Felipe Quispe Huanca (2007), narra que, “Tupaq Katari viajo bastante a las comunidades y haciendas de Umasuyus, Larecaja, Chulumani, Pacajes, Puno, Chucuito, Santiago de Waychu, Qaqiawiri, Inquisivi y otros, a fin de relacionarse aún más con los importantes y principales, alcaldes mayores, kuracas, jilaqatas, mandones comunales, y así buscar dirigentes que tengan esa pasta de combatiente. Para ello ha tenido que buscar un hermoso disfraz, y el papel de comerciante, a fin de no despertar sospechas de los hacendados españoles”.
En verdad, eso tenía que haber sucedido así, pues el concejo de los Ulaqa[9] había conferido la región periférica del lago Titiqaqa y las faldas de Illimani y Illampu a TupaqKatari[10] con la consigna que comande y tome Puno, Sorata, Laja, Viacha, JayuJayu, SicaSica, Chulumani, Achacahi, La Paz, etc. hasta llegar a Azángaro[11].
Seguramente que Julián, caminó todos estos lugares y distancias a pie; ida y vuelta. Pues como indio le estaba prohibido que monte caballo. Además, se cuenta que muchas veces, en el camino tuvo que trabajar por la comida y otras, las pasaba sin probar alimento alguno, con tal de tejer y hermanar a indios de regiones distintas. Por lo tanto, su presencia en Puno, fue porque hubo esa preparación anticipada.
Además, según el historiador indio conocido como “el Mallku” (2007: 41), “antes de la toma a Puno, Nicolás Apaza (tío de Julián) y Andrés Wara viajan a Puno y Chucuito llevando consignas preparatorias”.
De esta manera cuando se declara la guerra, todos los pueblos de la antigua provincia Lupaca de Chucuito, se levantaron adhiriéndose a la causa y engrosaron las filas del ejército revolucionario. Los indios del CollaoIlave, Ácora y todo el sur altiplánico se plegaron a las tropas de Katari (D. Llanque, 1990:33). “Al parecer sólo aceptaban órdenes del aludido Túpac Catari… era frecuente oír en esos trances que los rebeldes proclamaban “Rey a Katari”, aludiendo sin duda a Túpac Catari… en Ilave le fue harto clara la proclamación de rey a Túpac Catari lo cual tuvo que causar justificado pesar” (J. J. Vega.2003).
En efecto, se había iniciado el asedio a Puno desde el Desaguadero y marcharon hacia la ciudad lacustre de San Carlos.
D. Llanque Chana, dice: “Katari, contando con el apoyo de los ilaveños y acoreños, arrasó Chucuito en mayo de 1781. Luego sitió la ciudad de Puno el 23 de mayo después que Diego Tupaq Amaru se había retirado”[12].
J. Alberto Cuentas, narra igualmente que “los indios de Ilave y Ácora al marchar sobre Puno incendiaron totalmente la ciudad de Chucuito donde existía el mayor número de españoles”[13].
Enrique Cuentas Ormachea, en Prólogo a Puno Histórico de Alfonso Torres Luna (1968), describe la heroica resistencia de los puneños al mando de don Joaquín de Orellana cuando la población sufrió el asedio de las numerosas fuerzas indígenas de TupacCatari y otros mandos.
El mismo corregidor de Puno Joaquín de Orellana reconoce y dice: “Los de Chucuito, comandados a lo que se cree por Catari, conforme a un pasaporte que libró en la capital de dicha provincia, se mantienen hasta ahora en distancia de un cuarto de legua de esta villa, con la mayor osadía, saliendo algún otro día a provocar a los de la caballería, con quienes han trabajado alguna vez sus escaramuzas. He deseado mucho castigar el atrevimiento de estos malvados, y aunque bien podría lograrlo con un asalto repentino, he tenido por conveniente reservar los escasísimos pertrechos, con que me hallo, para el caso de ser nuevamente atacado dentro del pueblo”[14].
Sin embargo, a pesar de estas fuentes, hay quienes creen y sostienen que no estaba Tupaq Katari en persona en las revueltas del hoy provincias del sur puneño y en las sucesivas tomas de la ciudad de Puno; se cree que, por esas fechas se encontraría dirigiendo el cerco a La Paz y que en uno de sus declaraciones en juicio lo habría dicho así.
Naturalmente, Katari aprendido de la lucha armada tenía formas miméticas para engañar al enemigo, y tenía que negar todo, para no involucrar a los otros mandos. No es casual que, muchos de los generales del ejército aymara actuarán con el seudónimo de Katari.
Algunos registros de las fuentes coloniales indican por ejemplo que Andrés Guara comandaba la tropa india “Con título de Catari”, el acoreño “Isidro Mamani atacó con el título de Virrey de Túpac Catari” (Valcárcel, 1974:306), lo mismo Pascual Alarapita, se sobrepuso el nombre Tupaq Katari, al igual que Tupaj Nina Katari quien dirigió los rebeldes de Juli, se habla también de otro Puma Katari y, Juan Mamani Tupaj Katari, que tenía el control de las vías a Arequipa en los pueblos de Mañazo; así como el otro Virrey rebelde de la Provincia de Chucuito quien se llamaba “AriquitipaTupacCatariYnga” (JanSzemiñski. 1983:74). Lo propio hacían también los parientes colaterales de José Gabriel Túpac Amaru, cuando, a su muerte, continúan comandando las sublevaciones.
Fue el 13 de noviembre de 1781 la fecha fatídica para Tupaq Katari. Al igual que Tupac Amaru, sufrió la suerte atroz que corrió su antecesor, víctima de un engaño y cobardemente traicionado nada más que por su colaborador Tomás Inca Lipe[15], fue entregado a los realistas, en la comunidad de Chinchaya.
Así, en una ceremonia brutal, llevado a cabo en nombre de Dios y del Rey de España, ante una congregación masiva de aturdidos indios de toda la región circunlacustre, fue condenado a muerte. Su cuerpo sería descuartizado, y su ejecución sería efectiva el 15 de noviembre del mismo año, en la plaza de la comunidad de Peñas (Cajamarca), llamado también hoy el santuario de Nuestra Señora de las Peñas, situada en el altiplano de la hoy estado plurinacional de Bolivia.
La sentencia se cumplió no sin antes ser sometido a una despiadada tortura; se martirizó peor que al líder de los judíos llamado Cristo. Pues querían por este medio arrancarle los secretos de su organización política, militar y religioso, querían hacerle declarar en donde había escondido los tesoros recuperados de los hacendados y terratenientes españoles.
Katari no habló la verdad, pese a ser reducido en la prisión a las peores presiones físicas, psíquicas y morales; decidió morir destrozado y despedazado, pero preñado de muchos secretos y planes militares para siempre (Felipe Quispe Huanca, 2007: 112).
Primero le cortaron la cabellera larga que simbolizaba la energía y rebeldía que tenía Julián, luego le arrancaron las uñas, procedieron a cortarle la lengua, que simbolizaba acallar su voz y mensaje de rebelión; luego, procedieron al suplicio y destrozo de su cuerpo cobrizo aún en vida, por la fuerza de cuatro caballos atados a sus cuatro extremidades.
Pero, antes de ser cortada la lengua dijo: “A mí solo me matarán, pero, ¡¡¡volveré y seré millones!!!”.
Según crónicas, al tiempo que cuatro caballos destrozaban en pedazos el cuerpo de Julián Apasa en dirección de los cuatro puntos cardinales. El grito acongojado de la muchedumbre respondía impotente a aquél primer grito.
Su cuerpo despedazado en porciones y dividido por sus extremidades, fue expuesto por todo el territorio del Qullasuyu en señal de escarmiento a los indios rebeldes. Su cabeza fue expuesta en el cerro de K’iliK’ili (La Paz), su brazo derecho en AyoAyo, el izquierdo en Achacachi; su pierna derecha en Chulumani, y la izquierda en Caquiaviri.
Más tarde, Su esposa Bartolina Sisa, siguió el mismo destino el 5 de septiembre de 1782, moriría también con espeluznantes detalles de tormento, estrangulada por los mismos verdugos que terminaron con la vida de su compañero de vida. Lo mismo ocurrió con su hermana Gregoria Apasa; junto a todos ellos un hijo de Tupaq Katari y Bartolina Sisa, de diez años de edad, fue aprehendido y nunca más se supo de él.
Pasado el tiempo, en el Perú, la posteridad no siempre ha sabido ser grata con este héroe de tanta prestancia. Total es personaje indio, seguramente. Ojalá alguna vez, otra generación con identidad aymara haga un justo homenaje.
Más bien, es en la parte boliviana que existe una identidad confesa y por ende una diversidad de instituciones, desde una universidad hasta una nave satelital de telecomunicaciones que lleva el nombre de Tupaq Katari y que fue lanzado desde el continente asiático, al otro lado del mundo.
En la Región Puno, pareciera que solamente es usada por masas de huelguistas y politiqueras que traen a la memoria el nombre de Tupaq Katari para arengar y vitorear en sus movilizaciones.
Sólo se sabe que un sólo colegio lleva el nombre de Katari, allí en el poblado de Villa de Socca del distrito de Ácora, los demás, son una que otra organización de campesinos que se identifican con este insobornable líder aymara, aunque en los últimos tiempos se viene gestando una organización Política cultural que lleva el nombre de Movimiento Katarista del Perú.

Ø  [1] Boleslao Lewin (1943 y 1963) y María Eugenia del Valle de Siles (1990).
[2] Diario de los Sucesos del Cerco de La Paz, de Don Sebastián de Segurola. Editorial A. Franck, Paris, 1872. Págs. 10 y 216.
[3] TUPAK KATARI. VIVE Y VUELVE, 2007pág. 29.
[4] “indio pobre y desconocido, natural de Puno, que de sacristán y peón de hacienda llegó a capitalizar los anhelos de libertad de los naturales, y, ayudado por otro indígena llamado Marcelo Calle adquirió una autoridad tan inmensa que puso a su devoción a Omasuyos y Chucuito y otras provincias, y que para alcanzar mayor respeto y devoción hacia su persona adoptó el nombre de TupacCatari”. Puno Histórico, [1935?] (1968, pág. 233).
[5] Puede consultarse también Archivo General de la Nación, Bolivia, Folios codificados con IX, 7-4-2.
[6] Sinclair Thomson, 2010. Pág. 254.
[7] Archivo General de las Indias. Buenos Aires 319, Cuaderno N° 4, Folio 59. Y también el Archivo de María Eugenia del Valle de Siles, donado al Archivo de La Paz, Bolivia.
[8] Felipe Quispe Huanca (2007: 39).
[9] Consejo de Guerra, conformado por ancianos.
[10] Ibídem: “En la región noroccidental tenía que hacer lo propio el InkaTupac Amaru, tomar el Cusco. Y, lo mismo haría en la región sur-oriental el cacique Chayanteño Tomas Katari para rodear y tomar a Chuquisaca, que era asiento de la Real Audiencia de Charcas”.
[11] Felipe Quispe Huanca (2007: 108)
[12] “LA CULTURA AYMARA. DESESTRUCTURACION O REAFIRMACIÓN DE IDENTIDAD” 1990, pág. 33.
[13] Álbum de Oro, Tomo I, pág. 106.
[14] Relación de Joaquín de Orellana, de sus expediciones, sitios, defensa, y varios acaecimientos, hasta que despobló la villa de Puno. En: Relación histórica de los sucesos de la rebelión de José Gabriel Tupac-Amaru, en las provincias del Perú, el año de 1780, pág. 98.
[15] Este traidor, es recompensado: recibe dinero y una medalla de oro con el real retrato de Carlos III, labrada en Potosí, por sus valiosos servicios al ejército del Rey y del Dios. También ha recibido el nombramiento como alcalde mayor de Achacachi y es posible que haya tenido una hacienda llamada “lipe”, hoy llamada “Villa Lipe” perteneciente al cantón Santiago de Huata, Provincia de Umasuyus (Felipe Quispe Huanca, 2007: 110)

Julián Apaza / Túpac Katari

Siglo XXI, el retorno de Túpac Katari

Camilo Katari / Escritor e historiador potosino
La plaza de Peñas, en los aciagos días de noviembre de 1781, fue testigo de la aplicada obediencia de poner ejemplo a los indios levantiscos, de mutilar sus cuerpos, de acabar con la luz del inti, pero no lo lograron.
La historia nos dice que el líder de la insurrección de Chayanta, Julián Apaza, tomó el nombre de Túpac Katari tras las muertes de Túpac Amaru, con quien había mantenido contacto, y del propio Tomás Katari, con el que encabezó el más importante levantamiento indígena de la región aymara a principios de 1781.

Su movimiento buscaba la liberación de los indígenas frente al yugo impuesto por las fuerzas coloniales españolas; durante ésta insurrección, Katari puso en pie de guerra a más de 150 mil indígenas en toda la región del Perú, La Paz, Oruro y los valles de Chayanta.
La luz ha vuelto y hoy quiere ser nuevamente eclipsada con falsos debates de “capitalidad”, como en tiempos coloniales. En un país con régimen de autonomías, un debate acerca de la capital es ocioso debido a que existen muchas “capitales”, como pueblos existen en nuestro territorio plurinacional, cada pueblo tiene su propio “centro”, su propia capital. El país plurinacional ya no tiene un sólo centro.
Y si de capitales hablamos seguramente Peñas es la capital de la memoria, porque día a día debemos recordar que allá hubo una muerte que no fue, allí se trató de enterrar la cultura de la vida para que impere la cultura de la muerte, allí rompieron el equilibrio de la Pacha.
Túpac Katari, con la inmensidad de su sacrificio, señaló el camino. Casi un siglo después parte de su cuerpo fue reconstruido por Zárate Willka y aportó su cuota de sacrificio, luego fueron los sindicatos campesinos que se convirtieron en las venas revitalizadas de Katari, para que finalmente las hojas de coca terminaran de juntar el cuerpo con la cabeza de Túpac Katari y dar comienzo al Pachakuti.
Los que hoy quieren detener los pasos del Pachakuti han ensayado muchas formas, una de ellas neutralizar la Asamblea Constituyente, después discutir la “capitalidad”, luego dividir al país con una guerra civil, se ensayó también la temeraria acción de eliminar al Presidente.
Hoy en tiempos electorales retoman los viejos temas y las viejas tácticas, no tienen argumentos nuevos, no hay propuestas, solamente la idea fija de terminar con este proceso que ha desafiado a toda la ‘intelligentzia’ colonizada de todos los colores.
¿Volver al pasado es legítimo? Claro que sí, en un régimen democrático se confrontan las ideas y los hechos, se confronta la colonialidad y la pigmentocracia con la dignidad y la identidad del secante individualismo contra el sentido de comunidad, la concentración contra la redistribución; la cultura de la muerte contra la cultura de la vida.
Estamos en los días en que se utiliza la confusión como verdad, se trata de ocultar las historias pasadas y mostrarse como los ‘nuevos’ políticos, cuando son casi primos del tiranosaurio rex; barajan sus posibilidades de encontrar una ‘Eva’ que les acompañe en su periplo electoral, seguramente veremos desfilar nombres y apellidos de mujeres aymaras o quechuas que serán los segundos globos de ensayo, porque los primeros ya fallaron.

La virreina Bartolina Sisa
La virreina Bartolina, generala en falda
Hernando Calvo Ospina

No hubiera tenido necesidad de sublevarse. Nació en 1750, un día de agosto, en una pequeña comunidad del actual departamento boliviano de La Paz.
La virreina Bartolina, generala en falda
Con sus padres recorrió aldeas y pueblos vendiendo tejidos de lana, aunque en minas y campos tuvieron la mayor clientela: los indígenas necesitados de la sagrada hoja de coca para mitigar la fatiga y el hambre. Poca ganancia les quedaba al tener que pagar alto tributo, en particular a los curas por la hoja.
El comercio salvó a Bartolina Sisa de estar entre la servidumbre de los señores feudales, jefes militares o curas. Aunque desde las primeras luces del siglo XVI los reyes católicos habían prohibido el esclavizarlos porque tenían alma, millones siguieron muriendo sometidos.
Por eso, mientras Bartolina caminaba, compraba y vendía presenciaba el estado de explotación, vejamen y miseria en que vivía la casi totalidad de sus hermanos de raza.
Ella no tenía veinte años de edad cuando se independizó de sus padres. Algo extraordinariamente extraño por ser muy joven y mujer soltera. Bartolina, que era alegre, esbelta, de piel morena y ojos negros, no necesitaba de un hombre para sobrevivir económicamente. Solo requería de su complemento, como el agua y la tierra.
Esto lo encontró en el también comerciante Julián Apaza, con quien pasó a compartir lecho, negocios, sueños y cuatro hijos. Tiempo atrás había sido minero en Oruro. Debió dejar hasta la ciudad porque lo iban a matar los patrones: organizaba a los indígenas para que rechazaran las extenuantes jornadas de trabajo y el maltrato.
Hasta Bartolina y Julián llegaron las noticias sobre los masivos levantamientos indígenas, de mestizos y criollos pobres contra el injusto poder colonial. En Potosí los lideraba Tomás Katari; en Cuzco, al sur de Perú, era José Gabriel Condorcanqui, llamado Túpaj Amaru II. Estas sublevaciones terminaron de convencer a la pareja que se debía continuar organizando a los suyos.
Su proyecto era sitiar a La Paz hasta que los realistas se rindieran. El 13 de marzo de 1781, al frente de 20 mil hombres y mujeres, empezaron las acciones militares. Para junio, casi cien mil rebeldes se habían sumado.
Julián fue proclamado virrey del Inca, por lo cual adoptó el nombre de guerra Túpaj Katari. Bartolina, por meritos propios, fue ungida como virreina.
Bartolina era una generala en falda. Una jefa, política y militar, que dispuso a sus tropas bajo tácticas novedosas: aunque tenían la superioridad numérica, se debía compensar la falta de armas modernas.
El jefe militar español comprobó que era una mujer la que estaba al frente de las fuerzas enemigas mejor organizadas. En mayo dispuso de la mayoría de hombres y trató de romper el cerco comandado por Bartolina. Tuvo que retirarse. En junio los realistas embistieron a las tropas de Túpaj Katari. Ahí casi logran derrotarlo, al punto que el virrey inca debió ordenar un repliegue que por poco termina en desbandada.
Llegaron refuerzos para los españoles. Estos trajeron la experiencia obtenida en las guerras contra los hermanos Katari y Túpaj Amaru. Ya sabían que no solo soldados era suficiente para la guerra, pues tan importante era manipular la conducta del adversario para destruir su moral o ganarlo.
Se empezó a expandir el rumor de que las tropas de Julián estaban casi derrotadas. Que solo serían indultados aquellos que ayudaran a la captura de los “cabecillas”.
Sin poder comprobar a tiempo los rumores, Bartolina decidió el traslado de sus fuerzas hasta zonas más seguras. Tarde: algunos de sus acompañantes la capturaron el 2 de julio de 1781 y la entregaron. Estos no recibieron lo ofrecido, sino la cárcel y la muerte.
Los españoles seguían sin creer que una mujer, india, además, los hubiera enfrentado con tal sagacidad. En su cultura patriarcal, machista, la misma que fueron imponiendo desde 1492, la mujer solo presta servicios.
En La Paz Bartolina fue recibida con insultos, escupos y piedras. En los calabozos fue torturada y violada por haber humillado al poder; luego para sacarle información sobre la insurrección. Ni una sílaba dijo.
Trataron de utilizarla como carnada para capturar a su marido. Bartolina, terriblemente flagelada, fue paseada cerca de la línea de asedio de los indígenas, como prueba de que vivía. Se propuso intercambiarla por un cura capturado, pero no fue aceptado. Julián comprueba que así él se entregara, a ella no la dejarían libre.
El cerco a La Paz se reorganiza, pero 7.000 soldados llegan para romperlo definitivamente. Tras un mes de intensos combates, lo que no pudieron las armas enemigas lo logró otra traición: El 10 de noviembre Túpaj Katari fue entregado.
Luego de cuatro días de horribles torturas, sus extremidades fueron amarradas a 4 caballos hasta descuartizarlo. Bartolina debió presenciarlo. Igual que a Tupac Amaru II, las partes de su cuerpo fueron repartidas y exhibidas por varios lugares para que sirviera de “escarmiento a los indios rebeldes”.
La sentencia dijo: “Ni al rey ni al estado conviene que quede semilla, o raza de éste o de todo Túpaj Amaru y Túpaj Katari por el mucho ruido e impresión que este maldito nombre ha hecho en los naturales…”
Luego muchas voces indígenas comenzaron a repetir que las últimas palabras de Túpaj Katari fueron: “¡Yo muero hoy, pero volveré hecho millones…!”. Siglos después el irlandés Ben Kane se apropiaría de esa frase para ponerla en boca de su héroe, el gladiador Espartaco.

Después de casi un año de encierro, a sufrimiento diario, aun buscando que ella vendiera a los suyos, al amanecer del 5 de septiembre de 1782 fue ejecutada la guerrera y virreina india. Le amarraron los brazos, le ataron una soga al cuello y ésta a la cola de un caballo. Mientras era arrastrada, desde el cuartel a la Plaza Mayor, un pregonero leía la sentencia al repique de tambores.
Luego, el cuerpo desnudo y destrozado, fue montado en un burro y paseado. Se le descuartizó y sus partes fueron llevadas y expuestas “donde estaba acampada y presidía sus juntas sediciosas […] para el escarmiento público”. Una de sus piernas fue enviada hasta una comunidad que hoy es parte de Perú.
Los españoles debían acabarla así, pues como había dicho la sentencia contra su esposo y la de Túpaj Amaru II: “de lo contrario, quedaría un fermento perpetuo…”

Y quedó. En el Segundo Encuentro de Organizaciones y Movimientos de América, reunido el 5 de septiembre de 1983 en Tihuanacu, Bolivia, se instituyó el Día Internacional de la Mujer Indígena en honor de la heroína Bartolina.

4 comentarios:

  1. Me inclino ante la dignidad, la valentía y la fuerza moral de estos símbolos de la lucha insurreccional ante el avasallamiento, deshumanización, explotación y expoliación de la vil Corona española y la Iglesia Católica. ¡Gloria eterna a Túpàc Katari, a la virreina Generala Bartolina Sisa, así como a su antecesor Tupac Amaru II, su esposa Rafaela Bastidas y sus respectivas familias que también fueron objeto del ensañamiento de los Saqueadores de América! ¡Memoria perpetua a todos los indígenas americanos exterminados por un poder colonial extranjero y asesino!

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  2. ¡Gloria eterna a Tupac Katari, la Virreina-Generala Bartolina Sisa, así como a sus compañeros Tupac Amaru II y su esposa y combatiente Rafaela Bastidas y a todos los indígenas americanos muertos por las infames armas españolas acompañadas de la cruz!

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  3. Jallallakipan jilatanaka kullakanaka ma suma aruntawi takenitaki kutt'asinktan waranka warankanakaw....

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  4. La wiphala fue inventada en los años 1940, por los KARAS. Tupac Katari jamas la conocio ni la invento es todo un fraude. Siquieren usar una bandera los aymaras que usuen la ununcha o alguna bandera blanca https://medium.com/@mmerino/el-fraude-historico-de-la-bandera-indigena-1e1bee064f3b

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